La custodia compartida, o denominada guarda y custodia compartida, es ya habitual en la gran mayoría de las sentencias de divorcio, y es una realidad en muchas parejas. Los “innegables beneficios” que aporta al menor, al equilibrar las relaciones con ambos progenitores, o al compartir las cargas de educar y cuidar a los hijos por igual, hace que sea una realidad.
Pero ¿qué pasa con los bebés lactantes? Esta disyuntiva se planteó recientemente y un juez de Salamanca ha establecido lo que se denomina “custodia compartida progresiva”. El padre la solicitó nada más nacer su hijo, dado que no existe ninguna norma que lo impida, ni edad mínima para solicitarlo. El planteamiento del abogado del progenitor fue requerir la custodia compartida “de forma alternativa, con un régimen de visitas amplio al ser un bebé lactante, para que con posterioridad se llegase a la custodia compartida, evitando una litigiosidad posterior”.
La sentencia, a favor de esta medida, está muy bien motivada y establece cómo se gestiona la custodia compartida de ese bebé lactante. Especifica tres etapas que quedan definidas en esa custodia. Se presta una especial atención a la lactancia materna y por ello concede la guarda y custodia a la madre hasta que el menor cumple dos años de edad. Así mismo la sentencia introduce un régimen de visitas que se va ampliando con el transcurso del tiempo, con la intención de ir preparando a todas las partes a la custodia compartida. Desde los dos años comienza la custodia compartida, propiamente dicha, con dos días cada progenitor al principio, hasta llegar a los tres años, que se pasa ya a una semana.
Sentencias de este tipo sirven, además de para crear jurisprudencia, para resolver muchas dudas a los padres y para establecer relaciones “normalizadoras” entre los progenitores y los hijos ante el caso de una separación. Un buen asesoramiento profesional servirá para llevar a buen puerto este tipo de situaciones, que a veces se desarrollan en ambientes de discordia.
